¡JESÚS! (Después de estornudar)
Los egipcios y griegos veían en el estornudo un augurio. Así, era buena
señal estornudar por la tarde, mientras que hacerlo al salir de la cama
o al levantarse de la mesa podía ser nefasto.
Aquel que había
estornudado al nacer era tenido por dichoso. El estornudo hacia la
izquierda se consideraba de mal agüero pero, hacia la derecha era bueno.
En todos estos casos, los griegos solían decir ¡Vivid! Y ¡Qué Zeus te
conserve! Los romanos empleaban la expresión, ¡Salve!, ante tal
circunstancia; y serían los primeros cristianos quienes sustituyeran la
invocación a dioses paganos por el suyo.
Se dice que durante
la epidemia de peste que hubo en Roma en el año 591, bajo el pontificado
de Gregorio I, los afectados morían estornudando, y que de tal
circunstancia procede el ¡Dios te bendiga!, que más tarde se
simplificaría diciendo ¡Salud!, ¡Jesús!, o expresiones semejantes.
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