miércoles, 31 de julio de 2019

Como cuando vas a un Oxxo de madrugada.




   

Oxxos y compas.


Algunos Oxxo buscan pasarse de serviciales y se presumen con letreros de "abierto las 24 horas". Técnicamente, sólo prestan servicio, mas no están abiertos, ya que pasada la medianoche las transacciones se realizan a puertas atrancadas y a través de una minúscula ventanilla por la cual metemos la cabeza para escuchar como el dependiente nos grita desde dentro de la tienda "¿de estos?" y nosotros le señalamos "no, no... de los azules de a lado".

¿Quién —cabría reflexionar— necesita de un Oxxo pasada la medianoche? Pues son recurridos principalmente por borrachos que pasan a proveerse de refrescos de toronja y aguas minerales, a surtirse de vasos desechables y hielos y a gastarse sus "cambios" en cigarros.

Aquella noche llegamos al Oxxo por ahí de las dos. La ventanita era rodeada por personajes como los ya descritos. Esos vociferaban necedades por sus teléfonos móviles. Aquellos estremecían sus cuerpos en lo que suponían era bailar al ritmo de la horrible música que brotaba de los estéreos de sus camionetas.
 
Otros tantos bebían en el estacionamento con el cinismo que sólo un borracho puede tener. Descendimos del auto y fuimos recibidos con camaradería, cual parroquianos en la barra de la cantina. "¿Qué onda? ¿cómo andan?". Sonreí a Borracho y, queriéndome hacer el gracioso, comenté "pues... no tan bien como tú... yo no traigo una Tecate Light como la tuya". Haciéndome un ademán para que no me moviera, Borracho corrió —no precisamente en linea recta— a su auto y volvió con una lata de Tecate Light. Me fui de ese Oxxo perplejo, disfrutando de una marca de cerveza que odio por su sabor ligero y siempre he dicho que es para homosexuales; haciendo alusión a su sensibilidad exacerbada, pero que en ese momento me supo a convivencia y hermandad social.

También está esa otra vez cuando llegamos al mismo establecimiento a horas semejantes y una señora ataviada deportivamente se estaba comprando una manzana.